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Frontera, Centla, Tabasco.

martes, 23 de agosto de 2011

LOS ADOLESCENTES Y EL SUEÑO.


El adolescente mexicano que pertenece a la generación Z, porta con orgullo los dedos tatuados con las letras invertidas del teclado y los pulgares con el joystick de sus consolas de videojuegos. Este adolescente necesita dormir aproximadamente 10 horas al día: Dos horas más que aquellos que ya pasaron esa divertida e incomprendida etapa que gozamos y/o sufrimos . La evidencia de distintos estudios provenientes de Clínicas de Sueño Internacionales (entre ellas la UNAM), apunta a que los adolescentes no están durmiendo lo que requieren, ni siquiera cerca, afectando sustancialmente su desarrollo físico y mental, sus labores y estado de alerta.

Estudios antropológicos han indicado que los adolescentes poseen patrones de sueño muy diferentes a los de un bebé y un adulto. Esto se debe a que su ritmo circadiano, reloj biológico del ser humano y encargado de regular nuestra conducta y estados corporales (entre ellas el sueño), experimenta una "fase de sueño retrasada". El ritmo circadiano sufre este reajuste por distintos factores hormonales como la producción de melatonina que regula el patrón de sueño-vigilia; esto hace que el adolescente tenga literalmente un horario "invertido".

Si físicamente no pueden conciliar el sueño, el adolescente encuentra el entretenimiento que lo salva de dar vueltas en mares de sabanas: la tecnología. Tal parecería que Morfeo ya tiene un nuevo enemigo que hace que la sociedad mute a un ejército de zombis.

Los adolescentes experimentan los estragos del fenómeno de la doble vida: una real y otra virtual. Donde son tantas las exigencias de la vida virtual (actualización, socialización) que necesitan robarle a la vida real horas de sueño. En consecuencia, el desempeño de estos adolescentes no es el óptimo, lo que hace que no puedan cumplir con las exigencias de la vida real (escuela, padres, amigos). Todavía más alarmante es que el no dormir puede llevar al desarrollo de problemas psicológicos como la depresión, accidentes automovilísticos por no estar alerta, un estado de ánimo decaído y un bajo rendimiento escolar.

Lo que sigue para poder matar el sueño durante el día es el consumo de bebidas energéticas, mismas que tuvieron un incremento acumulado de consumo de 64 por ciento de 2003 a 2008 . Prácticamente en forma de inyección de adrenalina, las combinaciones de café, té y bebidas carbonatadas son la solución para no cabecear en clase (si no es que el profesor los manda a espabilarse con agua fría en la cara). Para cualquiera de los casos, los adolescentes convierten su falta de sueño en un círculo vicioso de activación y desactivación antinatural.

Dada nuestra apreciación de lo que está sucediendo, en un pequeño sondeo online con 100 adolescentes entre las edades de 13 y 19 años, descubrimos que sus hábitos de sueño presentan conclusiones que pueden afectar su futuro. El 70 por ciento duerme seis horas en promedio por noche escolar. Mencionan que los grandes culpables de que durmieran tan poco y tan tarde son las tareas y trabajos escolares, la televisión y el Facebook (el 65 por ciento tiene TV y/o computadora en sus recámaras). Aunque aceptaban que después de un desvele se sentían cansados, se quedaban dormidos en clases y estaban de mal humor, cuatro de cada 10 no estaría dispuesto a dejar de utilizar la tecnología en las noches para dormirse más temprano y por lo tanto, descansar más.

Estos son los síntomas de una sociedad 24 horas que está buscando espacios para mantenerse despierta y activa ante las exigencias. Los ejemplos sobran y no obstante, están rodeados de polémica. Pero, ¿existe demanda por productos que favorezcan el sueño? Lo que existe es una evidencia tangible de que enfermedades como obesidad, irritabilidad, depresión, diabetes y caída de libido están correlacionadas con una falta de sueño crónica.

Quizá en un futuro no muy lejano, encontremos por los pasillos de un autoservicio pastillas que nos den sueños más reparadores en un menor lapso de tiempo; pastillas "ocho horas de sueño en una hora" sean las que resuelvan las deudas de sueño y retrasen el desarrollo de las enfermedades mencionadas. En los Estados Unidos, 50 mil millones de dólares son perdidos al año a causa de somnolencias por mala higiene del sueño y se reportan más de 100 mil accidentes automotrices por la misma causa. Esto pone en claro por qué es que investigadores médicos están perdiendo el sueño para encontrar la solución a estos problemas. Por ende, el número de clínicas del sueño va en aumento. Australia ha mostrado su preocupación por tratar la "epidemia zombi"; tienen 70 clínicas del sueño, un gran aumento de las cuatro que tenían en 1985.

La micro-tendencia por valorar el sueño es relativamente nueva (hace 50 años sabíamos poco sobre el sueño). El contexto ultra activo en el que nos desenvolvemos requiere un esfuerzo constante por extender el día al máximo. Pero los beneficios del desvele no son más redituables que los adquiridos manteniendo una buena higiene de sueño. Si tanto se ha hablado de ser saludables de manera integral, ¿se le ha dado poca importancia al dormir? ¿Será momento de desarrollar una campaña GOT SLEEP?

A continuación te proponemos una serie de preguntas que te harán reflexionar acerca de la calidad del sueño:

1) ¿Necesitas un despertador para despertarte?
2) ¿Te cuesta trabajo levantarte en la mañana?
3) ¿Apagas el despertador varias veces antes de levantarte?
4) ¿Te sientes irritado(a), cansado(a) y estresado(a) durante el día?
5) ¿Tienes problemas para concentrarte y recordar?
6) ¿A menudo te quedas dormido(a) mirando la TV?
7) ¿Te quedas dormido(a) en reuniones aburridas y habitaciones cálidas?
8) ¿Te quedas dormido(a) después de una comida pesada o una pequeña dosis de alcohol?
9) ¿Te quedas dormido(a) a los cinco minutos de acostarte?
10) ¿Duermes más los fines de semana por la mañana?
11) ¿Necesitas una siesta para terminar mejor el día?

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