Un verdadero espacio de expresión

Frontera, Centla, Tabasco.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

PARA REFLEXIONAR.

Por: L.C. Enrique Francisco Contreras Aparicio.
Cada vez cuesta mas aceptar que mientras mas trabajamos menos podemos obtener; los tiempos han ido cambiando y con ello el poder adquisitivo de las familias, la economía en general ha provocado un completo deterioro en la estructura familiar, ya que al no tener los recursos que se necesitan para sustentar a sus hijos y esposa, muchos de estos elementos tienen que recurrir a otras actividades para poder acompletar lo necesario para una vida digna.
Luz, agua, teléfono, alimentos, ropa, medicinas, artículos escolares, colegiatura, artículos de limpieza, de cuidado personal, calzado y una lista interminable de requerimientos provoca que no se tenga un horario determinado de trabajo; la jornada laboral se esta volviendo obsoleta, nos hemos convertido en máquinas generadoras de dinero, pero lo malo, es que de baja denominación; aspiramos a migajas porque las otras familias con las que interactuamos y brindamos nuestros servicios están en las mismas o peores condiciones.
Pero ¿qué pasa con esta forma de vida? En el pasado el limitado acceso de la tecnología en los hogares propiciaba la organización familiar y era común observar a padres hablando con sus hijos, a hermanos apoyándose mutuamente, a gente haciendo deporte, a familias comiendo juntas, una sociedad en la que aparte de predicar con el ejemplo los padres se daban a la tarea de hablar con sus hijos sobre valores. ¡Que tiempos aquellos!
Hoy en dia vivimos una debacle social, que independientemente de la carestía en exceso de valores económicos, muere poco a poco la promoción de los valores humanos, lo cual en conjunción con los avances tecnológicos que ya nos han vuelto seres cada vez mas sedentarios, han sustituído las pláticas de los padres por programas de entretenimiento y de reality show; el deporte por los video juegos; los padres por los amigos y la honradez por la conveniencia.
La sociedad ha sido tan cambiante, que aquellos de los que antes se asombraban los mayores por sus actitudes, hoy son blancas y mansas palomas con la vorágine temperamental de las nuevas generaciones.
Y ahora, en esta selva social, solo nos queda adaptarnos al nuevo entorno y sobrevivir.

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