Autor: Enrique Contreras Aparicio.
Estoy tan asombrada,
no sé cómo he podido resistir tanto;
he sufrido muchas veces tu maltrato,
tu indiferencia a lo que pueda sentir.
A pesar de todo el peso que tengo que cargar
y la confianza y seguridad que todos ponen en mi,
Llega el momento en que quisiera estallar
y terminar de una vez con toda esta vida de sufrimiento.
Cuando salí por primera vez de mi casa
No imaginé que el lugar en donde viviría
Fuera tan agobiante, tan dejado, tan abandonado;
no te culpo a ti ya que eres producto
del descuido, del maltrato, del abandono
de quienes te procrearon.
Llegaste al mundo tan pequeño pero tan prometedor,
y te fuiste tornando cada vez más agresivo
sin que absolutamente nadie fijara en ti su atención
y corrigiera tus defectos.
Tus hermanos corrieron la misma suerte que tú,
y vaya que tu familia es grande.
Hoy me encuentro a punto de salir,
de rodar nuevamente por tu territorio,
y créeme que tengo miedo;
por mucho que te maquillen sé quién eres
y el daño que puedes hacerme,
tengo que controlarme, ya que después de todo
si llegara a estallar y a faltar
inmediatamente otra ocupará mi lugar,
y no quiero que sufra tanto como yo.
Hoy me resigno a ser la maltratada
porque no hay más remedio que vivir sobre tu desprecio y apatía,
no espero que cambies ya que nadie hace nada para que lo hagas,
y cuando algún murmullo llega a haber sobre ti,
inmediatamente tus amigos saltan para justificarte
y para tratar de callar la cruel realidad de tu existir.
Aunque no lo puedo negar,
el día de hoy me he acostumbrado tanto a ti
que el día que no estés, el día que dejes de existir:
Frontera, ya no será el mismo.
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